domingo, 29 de diciembre de 2013

Espina bífida

La espina bífida es una enfermedad que sufren 3 de cada 1000 bebés. Se trata de una patología que deja al descubierto la médula espinal del feto, debido a un desarrollo incompleto del cierre del canal óseo de la columna vertebral del feto en los primeros 26 días de gestación. Las fibras nerviosas de la médula espinal quedan abiertas y no desarrollan su función transmisora.

La espina bífida puede localizarse en cualquier punto de la médula espinal aunque es más común que se localice en la zona lumbar y sacra. El grado de disfunción motora dependerá del lugar donde se encuentre la anomalía, y puede abarcar desde una simple pérdida de flexibilidad en los dedos de los pies, hasta la paraplejia todas en casos más graves. Cuanto más cerca de la cabeza esté colocada la lesión, más graves serán las consecuencias; en cambio, cuanto más cerca se encuentre de la zona sacra, más leves serán los efectos. Las secuelas no se pueden curar del todo.

La espina bífida afecta principalmente al sistema nervioso central, por lo que no afecta a la capacidad intelectual ni al desarrollo cognitivo del feto; aunque sí que puede causar malformaciones en algunos órganos:
  • Hidrocefalia: acumulación de líquido en el cerebro del bebé que provoca un aumento del tamaño de la cabeza. Para eliminar el exceso de líquido se suele utilizar un drenaje.
  • Parálisis de las extremidades inferiores con sensibilidad por debajo de la lesión medular.
  • Alteraciones ortopédicas como luxaciones de cadera y deformaciones de los pies.
  • Alteraciones de los esfínteres, lo que conlleva a una incontinencia urinaria y fecal.


Además del cariño y de la atención de su familia, del control y del cuidado de su pediatra, los bebés con espina bífida necesitarán también de la orientación de especialistas pediátricos, como neurólogo, neurocirujano, urólogos, ortopedas, durante toda su niñez. En las primeras 72 horas de vida, se realiza una cirugía para reparar el defecto óseo. A partir de ahí, si es necesario, se hace otra cirugía para resolver el problema de la hidrocefalia. Lo demás será a base de terapias, medicinas, y controles. En casa, el cuidado es el mismo que para cualquier recién nacido. Los padres recibirán orientaciones médicas y ayudas específicas para tratar al bebé.


Tomar ácido fólico es una medida de prevención muy sencilla y eficaz ya que consigue prevenir un 78 por ciento de que el feto padezca espina bífida. La administración de un preparado polivitamínico, rico en ácido fólico, desde un mes antes de quedarse embarazada hasta la segunda falta menstrual, reduce con éxito el riesgo de que se repita la espina bífida en el próximo embarazo. Para la madre que haya dado a luz a un bebé con espina bífida, existe el riesgo, de aproximadamente un 4%, de que vuelva a tener otro bebé con el mismo problema. El riesgo es pequeño pero real. Por ello, en caso de un nuevo embarazo, los padres deben acudir lo más pronto posible al obstetra para su control y vigilancia.


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