sábado, 14 de diciembre de 2013

Varicela


La varicela es una infección viral muy contagiosa. Se caracteriza por una erupción vesicular en forma de manchas y ampollas que producen picazón. Esta enfermedad es común entre la población infantil, aunque tiene una variante propia de los adultos, el herpes zoster, que resulta más seria y consiste en la reactivación posterior del virus.
Se transmite a través de pequeñas gotas de líquido vesicular o secreciones del tracto respiratorio que son transportadas por el aire, especialmente cuando el enfermo tose o estornuda. También se contagia al estar en contacto con objetos que han sido contaminados. Por este motivo es importante que el paciente sea aislado: la probabilidad de transmisión entre los niños que asisten al mismo centro escolar o entre los miembros de la familia supera el 90%.

Generalmente los enfermos no presentan síntomas evidentes antes de que se produzca el brote de la enfermedad, que viene acompañado por fiebre, cansancio, dolor de cabeza y falta de apetito. Los síntomas comienzan entre los 10 y los 21 días después de la infección. El más característico es la aparición de manchas rojizas y planas, que van tomando relieve poco a poco hasta convertirse en ampollas o vesículas. Estas provocan un gran picor, se rompen con facilidad y forman unas costras que se desprenden y desaparecen en, aproximadamente, dos semanas. El proceso se extiende hasta el sexto día de la enfermedad. Las manchas aparecen en todo el cuerpo, especialmente en el tronco y el cuero cabelludo en brotes sucesivos. Los niños sanos pueden desarrollar hasta 500 lesiones dérmicas que, en ocasiones, dejan una marca permanente. En casos graves las manchas se extienden por las extremidades y el rostro. Además, pueden aparecer llagas en la boca, los párpados, el recto, la vagina y las vías respiratorias.
El objetivo de la vacuna es evitar la propagación de la enfermedad, sus complicaciones y la reinfección posterior en forma de herpes zoster. Puede administrarse en una única dosis, es muy bien tolerada y, generalmente, no presenta reacciones importantes en niños y adolescentes sanos. Los efectos secundarios son leves y se manifiestan en forma de enrojecimiento, dolor e inflamación en el área donde se ha aplicado. Asimismo, puede ocasionar mareo, cansancio, fiebre o náusea.
La vacuna previene la enfermedad hasta en un 80% de los casos y se administra a niños sanos entre 12 y 18 meses de edad. A partir de los 13 años pueden ser inmunizados con dos dosis. Puede aplicarse junto a otras vacunas, como las del sarampión, rubéola, paperas, polio, hepatitis B o meningitis. Sin embargo, no debe administrarse a personas con un sistema inmune débil o a las mujeres embarazadas. Las personas que no han sido vacunadas en su momento y corren un riesgo importante de sufrir complicaciones reciben anticuerpos una vez contraída la enfermedad.
El médico suele reconocer fácilmente la varicela porque la erupción y los demás síntomas son muy característicos. Sólo muy excepcionalmente es necesario realizar una medición de los valores de anticuerpos en la sangre e identificar el virus en el laboratorio.
La varicela requiere una terapia antiviral y sintomática. La terapia sintomática se realiza con analgésicos, antihistamínicos y cremas o lociones que calman el picor. Su efecto es paliativo y transitorio. También son recomendables las compresas húmedas o los baños tibios para limpiar las heridas que se producen al rascar las ampollas y evitar posibles infecciones. En caso de infección bacteriana se administran antibióticos y si surgen complicaciones serias se emplean medicamentos antivirales, como aciclovir o interferón alfa.

Las personas que corren el riesgo de sufrir varicela o complicaciones asociadas a la enfermedad son las que tienen unas defensas reducidas, los niños prematuros o menores de un año y los recién nacidos cuyas madres han sufrido varicela antes o durante el parto. Las mujeres embarazadas que no han tenido varicela deben extremar sus precauciones. Si la enfermedad se contrae durante los primeros meses de gestación o in útero poco antes del nacimiento el feto puede sufrir diversos trastornos o incluso malformaciones.

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