martes, 3 de diciembre de 2013

Rubéola

Hoy vamos a explicar una de las enfermedades de las que mencionamos en nuestro anterior post: la rubéola.


La rubéola es una enfermedad infecciosa poco grave, producida por el virus de la rubéola, que, generalmente, afecta a los niños. Sólo supone una grave amenaza para el feto, si es contraída por la madre durante el embarazo, ya que puede producir abortos espontáneos.

El modo de transmisión de la rubéola es mediante estornudos, tos, o por contacto con superficies infectadas como pañuelos o manos. La posibilidad de contagio entre personas no inmunes, que conviven en el mismo entorno, es del 90%; aunque una vez que se padece la enfermedad, el paciente adquiere inmunidad permanente, por lo que no volverá a contraerla más.

El síntoma más característico de la rubéola es la aparición de erupciones rosáceas en la piel, que se localizan desde la cabeza a los pies, y pueden producir picor, aunque suelen desaparecer a los pocos días.  El resto de los síntomas son similares a los de un proceso gripal como pueden ser la fiebre poco alta (no suele pasar de 38ºC), congestión nasal, dolor de cabeza, pérdida de apetito, dolor articular, conjuntivitis, inflamación de algunos ganglios, dolor de garganta…

El diagnóstico de esta enfermedad es bastante difícil, ya que la mayoría de los síntomas se pueden confundir con una simple gripe, y las manchas en la piel suelen ser de color poco intenso y poco duraderas; aunque se puede saber mediante una analítica de sangre si ya se ha padecido la enfermedad.

Al ser un virus, no existe un tratamiento específico para la enfermedad, sino que se centra en aliviar los síntomas. Se recomienda reposo y aislamiento para evitar nuevos contagios, y el uso de paracetamol para aliviar la fiebre y el malestar general. En caso de que un niño con rubéola presente dificultad para respirar o la tos dure más de 4 o 5 días, se recomienda llevar al niño al pediatra, para que le administre antibióticos si presenta infección bacteriana.


El mejor tratamiento de esta enfermedad es la prevención, que en nuestro país se realiza mediante la vacuna triple vírica (MMR). Esta vacuna protege contra la rubéola, las paperas y el sarampión. La administración de esta vacuna es aconsejable cuando el niño cumple los 15 meses de edad y, aunque suele proporcionar inmunidad con solo una dosis, se administra una segunda dosis antes de la escolarización (4-6 años) o antes de la adolescencia (11-13 años).


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