La espina bífida es una enfermedad que sufren 3 de cada 1000
bebés. Se trata de una patología que deja al descubierto la médula espinal del
feto, debido a un desarrollo incompleto del cierre del canal óseo de la columna
vertebral del feto en los primeros 26 días de gestación. Las fibras nerviosas
de la médula espinal quedan abiertas y no desarrollan su función transmisora.
La espina bífida puede localizarse en cualquier punto de la
médula espinal aunque es más común que se localice en la zona lumbar y sacra. El
grado de disfunción motora dependerá del lugar donde se encuentre la anomalía,
y puede abarcar desde una simple pérdida de flexibilidad en los dedos de los
pies, hasta la paraplejia todas en casos más graves. Cuanto más cerca de la
cabeza esté colocada la lesión, más graves serán las consecuencias; en cambio,
cuanto más cerca se encuentre de la zona sacra, más leves serán los efectos. Las
secuelas no se pueden curar del todo.
La espina bífida afecta principalmente al sistema nervioso
central, por lo que no afecta a la capacidad intelectual ni al desarrollo
cognitivo del feto; aunque sí que puede causar malformaciones en algunos
órganos:
- Hidrocefalia: acumulación de líquido en el cerebro del bebé que provoca un aumento del tamaño de la cabeza. Para eliminar el exceso de líquido se suele utilizar un drenaje.
- Parálisis de las extremidades inferiores con sensibilidad por debajo de la lesión medular.
- Alteraciones ortopédicas como luxaciones de cadera y deformaciones de los pies.
- Alteraciones de los esfínteres, lo que conlleva a una incontinencia urinaria y fecal.
Además del cariño y de la atención de su familia, del
control y del cuidado de su pediatra, los bebés con espina bífida necesitarán
también de la orientación de especialistas pediátricos, como neurólogo,
neurocirujano, urólogos, ortopedas, durante toda su niñez. En las primeras 72
horas de vida, se realiza una cirugía para reparar el defecto óseo. A partir de
ahí, si es necesario, se hace otra cirugía para resolver el problema de la
hidrocefalia. Lo demás será a base de terapias, medicinas, y controles. En casa,
el cuidado es el mismo que para cualquier recién nacido. Los padres recibirán
orientaciones médicas y ayudas específicas para tratar al bebé.
Tomar ácido fólico es una medida de prevención muy sencilla
y eficaz ya que consigue prevenir un 78 por ciento de que el feto padezca
espina bífida. La administración de un preparado polivitamínico, rico en ácido
fólico, desde un mes antes de quedarse embarazada hasta la segunda falta
menstrual, reduce con éxito el riesgo de que se repita la espina bífida en el
próximo embarazo. Para la madre que haya dado a luz a un bebé con espina
bífida, existe el riesgo, de aproximadamente un 4%, de que vuelva a tener otro
bebé con el mismo problema. El riesgo es pequeño pero real. Por ello, en caso
de un nuevo embarazo, los padres deben acudir lo más pronto posible al obstetra
para su control y vigilancia.
Fuentes de la información: http://www.guiainfantil.com/1179/espina-bifida.html
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